Existen espacios y sus cosas que las ocupan, que por el pasar diario, por el caminar por junto a ellas, dejan de llamar la atención, pero ahí están, por algún revoloteo mental vuelves a posar la atención en las mismas, en nuestro caso, en la pared colgada, de hace ya varios años junto al escritorio que utilizaba Pedro Pablo, se encuentra en su funda una guitarra de palo, una modesta de madera que fue objeto de compra ante sus deseos de aprender a tocarla y hacer música, sueños de futuro, su alegría de vivir, a sabiendas de su voz desafinada pero profunda del futuro ejecutante, de sus dedos gruesos y robustos. Igual junto al mueble del televisor está en su caja un aparato de teclas de esos eléctricos en el que algunos momentos produjo algo de su música improvisada producto del empeño diario.
Adquirida la que mas nos convenía, la de palo, ya tus empeños por que sonara armónico sucumbían a tu falta de bríos, era en mucho más tu tierno abrazo con esa de madera, un acariciar de cuerdas, luego nos dimos ya tarde cuenta que tu salud estaba afectada, ahí quedo la huérfana en su funda solitaria colgada de la pared. Cosas mentales que nos revolotean ante los estímulos de cosas materiales por ahí colgadas. Dolores que nos acompañan, fibras que suenan al menor estímulo, nos suena música que te recuerda como la Bohemian Rhapsody, cuando de chico ibas a tu campamento de verano, tu cajita de música, tu casetera tocaba esas melodías, .
tus dinosaurios siguen consumiéndose pero de a poco, a plazos, los palos nos dan los días que vienen, dos viejos con sus inviernos, estupefactos a la vista de una guitarra, tu guitarra colgada en la pared, no es necesario que suene, tu nos haces vibrar, nos acompañas, tu rapsodia viene con nos, algún día te volveremos a ver, tus estrellas nos guían, ……..creemos escucharte reír, creemos escucharte cantar, te vemos en nuestros sueños y vigilias, los recuerdos permanecen, son el día a día de tus viejos.
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