Thursday, June 27, 2013

CUARENTA Y OCHO MESES

Nuestro antes, el hecho de la física despedida, nuestro después, el ahora, el día a día, el vivir o sobrevivir, nuestras noches inmensas, nuestras lunas enormes, llenas, gordas, los espacios de sombras abiertos, o que se nos abren, las leves presencias que nos asaltan, siempre desde ese entonces nuestros velones, en ultimas datas, las coincidencias de noches de hierbas, noches de luna mágicas, el baile de los claro obscuros, el siempre presente de nuestro joven.

Nuestros últimos presentes días, equinoccios, días de San Juan, días de druidas, de lunas panzonas, miedosas por su luz, cuando ha caído la noche, nos han llegado en tropel sonidos de tus recuerdos, hemos escuchado su reír, sus decires, sueños o no, aún sin tener sonidos reales, hemos entendido que nos has saludado, de allá de a lo lejos, de esas lejanas tierras, nos has saludado desde donde tu existes y has compartido nuestro tiempo.

Nos paseamos las madrugadas en penumbras, entre luces de velas y luna, sabiendo que nos acompañas, mientras te recordemos estas con nosotros, nos preguntamos como podríamos olvidarte.

Como olvidar tu sueño o pesadilla, con tal vez una de las “ielele=diablas”, entendemos con aquella hermosa señora, etérea, seductora, voluptuosa ninfa, enamorada del mortal Pedro Pablo, llegada de siete mares y montes…. no olvidamos, nos embargan los sentimientos, días de remembranza, de lunas, sombras, de magia y porque no de mucho dolor. Vivir para no ser soberbios. Dos viejos, según tu decir, tus dinosaurios, circulan por las profundas noches, por la casa entre velas, velones, lámparas de aceite, sombras, silencios y recuerdos. De cuando en cuando parecería los muebles se quejan de su existencia, el sonido se amplifica, hasta los huesos chillan, jirones…. nuevos silencios, cuanto nos faltas.

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