Wednesday, May 27, 2015

SETENTA Y UN MESES

Que he pensado, más bien recordado, me he trasladado con mis recuerdos hacia algo más lejano, unos casi 30 años atrás. Pedro Pablo jugaba en el patio de una escuela de niñas, su madre Ro se ocupaba de atender un pequeño bar escolar, cuando a través de las profesoras, que tanto lo querían, supimos de un tour a las islas encantadas, organizada por “cruceros patito”,pedrada en ojo tuerto, agarra, no sueltes la oportunidad de conocer esas maravillas, a Pedro le encantaban los delfines a los que él había bautizado como “sulfines”, nosotros los suyos padres íbamos por las tortugas, iguanas, mas todo lo que se pusiese por delante.
Firma de compromisos o contratos, preparativos buscando lo necesario para tamaña empresa, al final ale al avión, con todo el menaje de ropas, disfraces, cremas, controles aeroportuarios, al abordaje destino Baltra, para un programa de siete días. Que el aparato avión sube, que se mueve, que el vació, que tiene motores, llantas igual, que las asistentes de vuelo te ofrecen pero no te dan, bajada a la isla. Habemos llegado a esa parte del país maravilloso, islas paraíso, personal de control al ingreso, agrio, poco agencioso, consabida espera tropical confiando que las maletas bajen solas del avión, hasta que aparecen los encargados, las maletas han aparecido, pago de ingreso a la reserva.



Te cuentan que vamos por tierra, te señalan un bus o era un camión, a la voz de corran todos a por un sitio en ese artefacto, faltan manos para agarrar y transportar las maletas, a alguien se le ocurre que madres más niños tienen prioridad, claro luego los reclamos de ellos, madre e hijo, que necesitan de Fernando en el armatoste, más duro en tiempo el acomodarse que el llegar a la orilla del canal entre islas que hay que cruzar, nuevamente el despelote, baja, busca, encuentra, jala el equipaje, a la otra orilla, nuevo circo para el nuevo bus.










Se tiene por el camino que subir el monte para bajar del otro lado, camino culebrero, de a tercer orden con huecos prehistóricos, bello recuerdo de los sacudones, las profes cantan, pero el paisaje esplendido, llegada al Puerto Ayora, un sitio típico de asentamientos junto al mar,  malecón, calle principal, algunas paralelas, más transversales, casas pequeñas, pocas posadas llamadas grandes hoteles, llegada a uno de ellas, repartición en cuartos comunales como en barracón de ejército, que hablar de baños.

Ahí ardió Troya, al cierre del contrato del paquete turístico nos habían ofrecido habitaciones privadas pero nos querían tratar como mochileros, suerte que no nos entregaron un paquete para que armásemos tienda de campaña, nosotros argumentábamos que somos señorones, de muy alta alcurnia, tanta fue la trifulca, que a nos los tres nos darón otro alojamiento, nos fuimonos al “lobo de mar”, que olía a mar porque estaba junto a él, había más comodidad para nos y nuestro lobezno, lo principal erase baño con ducha chachay o de agua fría, estábamos separados del grupo, pero no importaba, para acoplarnos teníamos que concretar programa y hora, pero Paris bien vale una misa. Éramos más papistas que el …..





Nuestro grupo familiar, la “gringa Ro”, el “simpático bambino”, el acompañante “bravísimo Fer”, luego de aposentarnos, rápido a recorrer el puerto, encontramos donde elaboraban las golosinas de mar, donde estaban los artesanos del coral negro, otras huecas, las zonas pintorescas, las menos agraciadas, las bullangeras, los marineros, toda esa fauna y claro la flora.


Nos encontramos a esas fechas, con que el alumbrado público, la electricidad en general desaparecía en horas de la noche, cuando existía la luna, ella alumbraba los amaneceres, las estrellitas más los luceros estaban bien requeridos, seguramente el operador del electrógeno grupo, estaba cansado tenía que dormir, se llevaba a su cama con él a la corriente, las noches estaban llenas de romanticismo, eran románticas, el golpeteo de las olas, la suave brisa y sus efluvios, el ronquido de los vecinos, completando el cuadro según decía Pedro Pablo había murciagalos que de hecho eran murciélagos,  unas mariposas negras de tamaño familiar alegraban el ambiente, en un rincón una araña peluda creó nos cantaba duerme, duerme negrito, que zas te cojo la patica….

Se me pierden los hechos, son jirones de recuerdos, nuevamente a un bus, ida a la caverna de lava a golpe de claridad a velas, buena amena exploración, felicidad a la luz del sol, otra camino a ver los ancianos en la Charles, en especial al blindado Jorge, que en paz descanse, caricias en los cuellos de las señoras tortugas para que nos saquen la lengua, nos explicaron el efecto de la temperatura en el sexo…..

recuerdo que nos quisieron llevar caminando a la playa tortuga, pero eran en el camino muchos polvos, lo que no era muy recomendable, la cosa debía ser en barca, en el bote los condenados parecían de acuerdo a su voluntad haberse metido en una chocolatera, el mar no fue apacible, hermosas olas, la barca se mecía, se movía crujía, se quejaba, los viajeros se agarraban hasta del piso, nuestro chiquillo se desternillaba de la risa, le gustaba esa montaña rusa, al llegar desembarco directo a la faleza, al grito de uno de los marineros, tenías que saltar para besar tierra, bueno el lago de los rosados flamingos, la playa, la arena, el sol, las conchitas, las moscas chupa sangre, los conchudos, el retorno más amable, muchos renunciaron a la barca, retornando a pieceses, caminando sufriendo de sed, habían tenido demasiado baile naval, la caminata les quito ganas de otros bailes. A dormir.

Día por venir, salida a Bartolomé, había que arrejuntarnos a las cinco, tempranito, recorrer las calles alumbrándote con una vela, parecíamos monjes o penitentes, embarcada a las barcas, dale marinero a la mar, Pedro Pablo tuvo la compañía de sus sulfines, nuestros delfines en un tramo del camino, llegada a destino, ahura si no escapábamos del recorrido cuesta arriba, Pedro Pablo inicio con brío la caminata, luego las paradas para admirar el paisaje, luego las paradas para del cansancio patear de puro enojo las flechas, Ro su manera de convencerlo, a la cima pues, el resultado un enorme paisaje, la satisfacción de la inmensa creación, luego nueva alegría su pingüino vino a saludar, mar, arena, comida en la barca, alimentar a sus pescados, retorno.

Me encuentro en estos mis recuerdos junto a Pedro Pablo, junto con los recuerdos de su madre, mi querida Ro, confieso haber sido feliz,  sentido felicidad, ahora esos instantes se han ido, son recuerdos, ellos me empujan a seguir. Como sucede siempre esos momentos vividos luego los tuvimos que cancelar, al retorno a la real realidad, nos dio golpecitos, golpezotes, estoy  solo, viviendo recuerdos. Vivimos, tengo fe de alguna manera encontrarnos. Hágase Su Voluntad.  

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