Ro,
algunos conocidos han planteado su pregunta sobre si siento
que tengo alguna culpa sobre tu partida, puesto ante el requerimiento, en largos momentos sombríos nocturnos, he reflexionado rememorando, cuestionando nuestras
acciones previas a tu final, fuimos culpables por la fobia a los médicos,
clínicas, hospitales, basados en todo aquello que por ellos sufrimos, pero
siempre fuimos racionales acudiendo de todas maneras a ellos, recuerdo que en
tu caso las recomendaciones fueron claras y precisas, el tratamiento de la piel
de tu extremidad debía ser realizado en casa, cumplimos con ello.
Que días estos para recordar,
días de febrero, de aquellos de la amistad, justo hace un año acudimos a la
clínica por tus molestias y dolores estomacales, ingresaste, vino rápido el
golpe, problema vascular, infección, otras consecuencias, más complicaciones,
el dejarte partir fue mi decisión, tú ya habías dicho que tu hijo te esperaba,
te fuiste a reunir con nuestro chiquillo, decisión dolorosa necesaria.
Lo que me molesta, me indispone
bastante, es el no haber podido retornar contigo a recoger nuestros pasos por
tus tierras que también las hice mías, el haber priorizado cumplir en esta
mitad de la mitad, obligaciones vitales como el comer, el mismo pago de
medicina contraída y acumulada, fuimos postergando el retorno, ese tu
sacrificio al que fuiste involuntariamente supuesta, ese me duele, me carcome,
parece ese cuento ruso que dice de las hermanas y su deseo de visitar…., nunca
se cumplió.
En mi pensar, he vuelto a revivir
nuestros últimos días juntos en nuestro hogar, compartíamos mucho, esos días de
comienzo de año y febrero tuvieron muchos momentos de cariño, ternura,
comprensión, hablábamos mucho, nos sentíamos unidos como en aquellos días de
nuestros comienzos, lejanos tiempos de nuestro inicio en esas tan lejanas
tierras nuestras, nunca hubiera imaginado que aquello que vivíamos iba a
terminar, poca antesala de días para tu despedida.
Debo confesar haber sido
ineficiente, al no haber podido brindarte una mejor vida en esta geografía,
sufrimos muchos golpes, sufriste por esa falta de recursos, ese es mi dolor,
eso me duele, el dejarte partir y las decisiones para esa partida fueron
necesarias, en este mi tramo final estoy lleno de pensamientos por procesar,
tengo que aceptar, tengo que aceptarme, recuerdo vivencias, este es mi destino.
Es un año de tu despedida, largos
12 meses, una barbaridad de tiempo, las lágrimas de tu impotente penitente
siguen brotando, tu partida me está muy a flor de piel, camino porque hay que
hacerlo….
Nuestro
amigo sabiendo que se acercaban estos momentos difíciles, estos de duro
recordar, me ha conducido a visitar el Santuario de Schoensstatt cercano a la
ciudad, una capilla dedicada a María, muy pequeña capilla, parecía de aquellos
sitios de oración de montañas lejanas, de otros lejanos lugares, sitio de
recogimiento, he y hemos pedido, que ustedes estén bien, nos recuerden, hemos
pedido el consabido perdón por aquello que realizamos, he balbuceado a mi
manera el Padre Nuestro, el alabado, hemos buscado paz……, en el camino al salir
hemos encontrado esa flor que tanto te gustaba, que riéndonos contigo llamamos
o bautizamos como “el ignorito”.
José acordándose de la foto que
te tomo en sus comienzos cuando iniciaba su hacer fotográfico, luego de
retornar del santuario, me supuso a una cesión de recuerdos, como dicen los
naturales, ha secuestrado en su producto mi actual ser. Sigo adelante con mi
figura seria hipocritona de no pasa nada, pero en el fondo mi doloroso sentir
está muy fresco.
Como hicimos costumbre, acudiré a
un templo, posible al mismo nuestro a decir aquí estoy. Ha pasado un año, me
estoy obligando a cambiar de sitio de residencia, me llevo conmigo mis cielos y
a ustedes.
José me ha contado que nunca había visto florecer
esa planta que tú le habías regalado, aquella de la buena suerte o del dinero,
es un bello florecimiento, hemos conversado sobre lo que tu afirmabas: “no
existen coincidencias”, nos hemos encontrado con el “ignorito” y el florecer
hermoso de la planta de la suerte…. Me siento acompañado, vivo con tu, con
vuestro recuerdo. Aleluya.
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