Sunday, November 29, 2009

EL AGUACATE EN SU MACETA VISTO POR PEDRO PABLO

Cuando encuentre una foto de PP ,de este mini arbol, la incorporare en este espacio, lo de siempre, lo que una persona describe, es aquello que conoce, lo que lo ha impresionado, aquello que aprende a amar, PP describío el haber logrado que una pepa de aguacate, se convierta en un espacio pequeño, un macetero, en un arbol que luchaba por seguir con lo suyo, crecer, pensamos que Pedro tambien estara haciendo lo suyo crecer..

FORMATO MLA
Pedro Pablo Maldonado Omát 9041 ProL Ana María Jalil
Quito, 27 de febrero 2003
Descripción: El Árbol de Aguacate.

El árbol de aguacate que actualmente está situado en la gran ventana de vidrio de la escalera de mi casa podría considerarse un bonsái, por su edad avanzada, más de once años, y tamaño reducido, menos de medio metro, pero no puede considerarse bonsái por no haber sido criado ni por la técnica milenaria japonesa ni la técnica actual convencional que implica gruesos alambres de cobre o bronce. Simplemente creció así limitado por el tamaño de su macetero, ahora quebrado por la fuerza y presión ejercida por las raíces, y envejecido por el agua que corre y ha corrido continuamente, dándole un tono café ocre enmohecido. Este aguacatero en particular no da aguacates, tiene gran cantidad de hojas brillantes y lisas por un lado, opacas por el otro, con pronunciadas nervaduras, cuando se secan y caen, se vuelven quebradizas, pero la nervadura se vuelve más dura, aunque adelgaza. Las hojas son verde obscuro, de mar embravecido con matices marrones, al secarse son de un caqui levadura, y se desploman a su debido tiempo para regresar a su tierra, el macetero. Las últimas cenizas de los volcanes han marcado los surcos de las hojas con su respectivo gris blanquecino, así quedan tatuadas las hojas hasta que les pase el tiempo.
El tronco leñoso va solo hasta la mitad, sus gráciles ramas escuálidas crecen sin aparente orden, este es árbol que creció torcido, pero siempre se endereza al sol, llegó como un aguacate muy maduro, ahora es un árbol siempre joven, las viejas raíces las veré cuando le llegue el turno al macetero, de terminar su labor. Como siempre, las palabras fallan al describir la paz que me deja el cuidar de mi arbusto, su belleza, la sensación de serenidad de ponerle agua a esta planta rara que dejé crecer por curiosidad, un día, al abrir un aguacate grande, negro maduro y indescriptiblemente feo, no apto para el consumo humano.

1 comment:

costa rica retirement said...

Aqui en costa rica hay muhos arboles de aguacate son muy bonitos saludos¡¡¡